domingo, 30 de junio de 2013

Pájaros embalsamados


El peor de los fallos es el engaño a sí mismo; ese fallo suele aletear en la inmovilidad por la falsía de su vuelo; porta las características de un pájaro embalsamado que brilla cual oropel encinto.
 A veces las almas, las personas, se cargan de sentires maquiavélicos, de glorias de papel, de enmascaradas envidias; sin embargo nadie huye por siempre de sí mismo y a costa de un cansancio extra para poder mantener colmado de pompas y carnavales su aleteo extinto, el profundo yo enfermizo se descuida y finalmente nos revela su horizonte comprado que no es otra cosa que un fariseo devenir, hijo de los espejismos. Hay otros caminos: son vías de afán, de escarpados andares, infernales a veces, angeladas en pocas ocasiones; son imprecisas sendas de pérdidas y extravíos,  pues no hay manera de evolucionar cuyo precio no sea perder una parte  de la propia vida.

Para mi subjetivo parecer el horizonte está en otras pupilas; lo veo en los sueños de los que llegan, en las ideas que elevan, en los sentires genuinos, en las palabras augustas o en las menos despreciables, en las más justas, en las más claras o menos indignas. Siempre elegimos hacia dónde caminamos ; particularmente siempre he preferido un paso nimio, aún en soledad, que un batir de palmas vacío.

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