viernes, 12 de julio de 2013

Ella y él

Él pertenecía a una casta reconocida ,para el barrio un “sangre azul”, un “paladar negro”; un privilegiado. Así lo demostraba su aspecto cuidado y hasta los rebuscados modales que utilizaba parecían indicar su clase y la educación recibida El caso es que nada es exacto y por más que su familia tuviese antecedentes “linajescos” él se enloquecía cada vez que veía pasar a su vecina. Bah…creyó que era su vecina, pero en verdad , era una desmadrada sin casa ni nadie que la sustentase. Ella se lo hacía notar. Cada vez que podía hacía gala frente a su mirada del libre albedrío que la sustentaba. Él, visiblemente turbado, prefería acostarse a dormir. Dos meses fue demasiado tiempo para esperar. Una hermosa noche de luna llena, la casa se colmó de invitados; era el cumpleaños de Sara. Pero a él, nada le importó esa noche. Salió a la calle, con cierto nerviosismo caminó a lo largo de la cuadra, una y otra vez, cientos de veces, incontables veces. Luego, ya exhausto la esperó pacientemente. Ella lo vislumbró desde la esquina. Con una loca carrera y en cuestión de segundos, estuvo junto a él. Juguetearon , se olfatearon, se aparearon. Después de todo ¿ a quién le podía importar que él fuese un Samoyedo y ella tan sólo la loquezna perra callejera?

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