viernes, 6 de septiembre de 2013

Avaricia

En mi memoria desdibujada aparece una frase de Constancio C. Vigil “Hay una especie de avaricia honrosa, y es la de las palabras.”
Es imposible poseer todas las palabras, mas si así fuese, siempre las entregaría perfumadas con la fragancia que devela mi alma.
¿Desnudarnos? No es necesario, pues nunca me he vestido con ellas. Ellas llegan desnudas a mí, y así como han nacido, en el más puro manantial primigenio, así las amo. Siento que es un acto de amor entregarlas desmesuradamente.
Pues bien, a mi manera… déjate llevar por la cristalina luz que lentamente corroe la impureza, quédate a merced del tifón del preciado tesoro que goza con su entrega.  
Así de simple gorjea el alma con la ribera de las constelaciones de la imperfecta lengua, esa lengua que socava con su lava los misteriosos resuellos de un perfecto ensueño.   
Mas, quizá es bueno saber, que una ventana abierta jamás devela  el universo, hay que ir más lejos…
Me sumerjo en las profundas aguas de los misterios. Desentrañar cada uno de ellos es el goteo necesario para rozar la mar y su eterno movimiento.
Todos somos en sí mismos un Merlín por descifrar o si prefieres trata de ver en mí la bravura de la mar y el remanso de las arenas, o compárame delirantemente con las espumas de las cuales nació Afrodita, o tan sólo simplemente piérdele el respeto a tus viejos ojos, ya casi ciegos, y envuélvete en las pupilas de un soplo intenso. Voluptuosa es la sensación  cuando un chasquido de luna se apodera del deseo hasta colapsar con el reflejo de dos frente a un mismo cielo. Sin embargo ,el amor nace del absurdo, del vendaval azul inesperado que nos reconvierte. Luego somos orfebres del Apocalipsis del cuerpo, algo así como morir en suspenso para renacer etéreos. La diferencia entre un juego y el magno sentimiento,es que en el juego el amor se adjetiva y en el magno sentimiento cobran vida los verbos.  Derramar , azuzar, inspirar, expirar, paladear, sustentar, bramar, enervar, agonizar, acariciar, arrullar y tantísimos más para que el corazón con su río de fuego cruce todos los límites del cuerpo.

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