miércoles, 4 de diciembre de 2013

El hombre del sombrero — Ana Caliyuri & Cristian Cano




El frío me quemaba las orejas, de mi boca escapaba la respiración en forma de nube; era tiempo de frotar las manos y, a pesar del intento, todo mi cuerpo temblaba. El único bar abierto en la madrugada es el Bar Amelie, me dijo el jefe de la estación al verme aterida. Fui con ánimo de tomarme un chocolate caliente. La puerta vaivén se abrió justo cuando la iba a empujar. Un hombre con sombrero de cuero y mirada adusta se cruzó ante mí sin titubear: ojos marrones y un tapado de cuello alto fueron todo lo necesario para fabricarme una imagen anacrónica. Amelie suele presentarme momentos así. Cuando me siento cerca de la vidriera veo una maleta en el suelo, debajo de la mesa. No lo pensé y busqué la mirada del barman: éste me sesgó con una mirada indiferente. La situación no me gustaba. Nunca le había visto esa cara. Traté de pensar en otra cosa y dejar de lado otros asuntos. En principio costó pero pude leer algo. El viaje había sido extenuante. 
(Continuará) 

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