No tengo más sueños que aquellos que caben en el alma. Como
si fuesen bienes que otorga el universo a los ideales elevados. Flota en
derredor la copa del desencanto, mas, esplenden los sueños cuando hacen de su
luz una huella por donde cruzar descalzo. En el borde de cualquier estertor
viven las raíces y se avizora lo heredado. Me digo y repito mientras avanzo: no hay peor derrota que maquillar los sueños
con pereza entre las manos ni peor camino que bajar los brazos. Luego, todo
deviene una tregua para respirar entretanto.
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