viernes, 29 de agosto de 2014

— Las escaleras — Cristian Cano y Ana Caliyuri



Descender hacia el último escalón para llegar al interruptor de la luz. Resguardarse aplastando la espalda contra la pared. Y mirar: esperar observando como lo haría una bestia al acecho. Lograr cualquier tranquilidad, y triunfar con ese primer paso en contra de lo desconocido. La lealtad con la cordura es fundamental, tanto que se ponen en duda principios. Después, respirar es ese oxígeno fresco de una ventana abierta que puja por equilibrarme. Ascender como si nada hubiese sucedido; ni el cansancio, ni el desgarro de los pensamientos, ni tampoco el ahogo. Me atrevo y no, siempre es el mismo camino: las escaleras. Siempre la misma celda: yo mismo.


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