jueves, 9 de junio de 2016

Chocolate en rama…


Creo que cuando uno crece suele olvidar el dulce placer de un chocolate deshaciéndose en la boca, a medida que los ojos también se endulzan, y el corazón late alegre, y el alma se dilata. En la niñez (mi generación, la del blanco y negro) no contaba con tantas variedades de chocolates: el de taza, el aireado y mi favorito, el chocolate en rama. A la distancia lo recuerdo como hebras que jugaban a ser cuasi infinitas, una a una, finamente amalgamadas y esa sensación de ser agua en la boca, mostrándome mi debilidad por la simple causa de gratificarme con el dulzor esperado. A veces pienso que las expresiones del alma se asemejan a un chocolate en rama: unidas, simbióticas, dulces, deseadas, placenteras, y a veces hasta suma de migajas. Creo que cuando uno crece suele olvidar el dulce placer de alegrar el alma.

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