lunes, 22 de agosto de 2016

El cartero y los pájaros

Siempre he creído que el cartero estaba fuera de tiempo o de moda, casi de uso.
Mucho es lo que sucede a través del correo electrónico: propuestas, citaciones, envíos, zonceras , ventas, facturas y más. El caso es que, me habría quedado con esa sensación de que la modernidad es lo que más aproxima a los seres humanos, sumado a otras formas de comunicación tales como las redes sociales o las aplicaciones para teléfonos, sino hubiese sido por un envío que realicé a través del correo postal.
Y fue así como recordé el valor del cartero y también de su buena visión a la hora de leer el destinatario y el domicilio, porque no es lo mismo leer Gorriti que Berruti, ni tercero que primero ( en referencia al piso donde envié el paquete) . No hay nada como la justeza… Dado que la encomienda no llegaba a destino supuse múltiples imponderables que pudo haber tenido el ignoto cartero a la hora de su entrega: el tipo es humano y quizá le dolían las piernas de tanto pedalear en su bicicleta antigua y optó por entregarla otro día, mientras descansaba sus piernas hinchadas; o tal vez en el camino le había hecho mal ese desayuno mal parido y a las apuradas porque el reloj despertador no sonó a tiempo o la alarma de su teléfono quedó silenciada sin darse cuenta y andaba retorciéndose de dolor de panza, pidiendo permiso en uno u otro baño de bares o cafés, para aliviarse.
No voy a mentir, también lo imaginé desperezándose sobre ese enigma envuelto en papel madera. No sé si el cartero tendría curiosidad, después de todo yo era la única que sabía que había enviado dos pájaros. Tampoco podía ir al correo a decir que los pájaros estaban vivos y los había empaquetado y que no habían sido entregados a tiempo. Este mundo es demasiado realista y hubiese tenido que explicar demasiado. Además, los envié sin jaula, yo quiero que vuelen de mano en mano al llegar a destino.
La buena noticia es que no tuve que explicar nada porque el paquete llegó a donde debía llegar. Espero que mis pajarillos sirvan para alimentar otros corazones, después de todo ayer tuve entre mis manos uno que me regalaron. Es un pájaro muy antiguo que habla de aventuras, de Ulises, ninfas y Troya, de dioses poderosos y hasta de Penélope, una mujer que tejía de noche y destejía de día, por una amorosa razón.
Sin dudas en todos los tiempos hubo Odiseas; la mía pequeña, tiene que ver con ver volar a mis pájaros sin más razón que tender un hilo invisible entre el aquí y el allá…

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