viernes, 23 de septiembre de 2016

El sauce


Hace mas de diez años leí unos versos de Salvatore Quasimodo, que al releerlos hoy, me provocan un estrépito interior, similar sensación a la ocurrida durante la primera lectura. Me parece un tributo al ser humano en su momento más solitario. Ese instante donde asirse a alguien es en vano, porque no hay nadie más que la propia alma y cuerpo, enfrentando los desafíos de vivir.
Confieso que me gusta leer bajo la sombra de los árboles, hábito de la niñez, quizá porque el aire fresco que otorga la naturaleza no se parece a ningún aire artificial: es perfumado, colorido e imprevisible. Cosas de la brisa y la arboleda.
Ese día primaveral, que recuerdo, estaba sentado a los pies de un sauce llorón, las ramas caían lánguidas y semejaban acariciar la tierra con nostalgia.
Los  sauces son arboles antiquísimos, provienen de China, cultura milenaria; seguramente han sido objeto de asombro desde siempre por parte de los seres humanos. Su copa redondeada es un cosmos esperanzador, se encuentra a gran altura y hay que alzar la vista con ganas para ver como brilla. Tanto como cualquier ser humano que nos asombra por el crecimiento esperanzador de su alma o sentir.

Cuando el viento comenzó a soplar suave me dejé acariciar por las ramillas. Hay muchas leyendas respecto de este singular árbol, algunas bíblicas y otras que tienen que ver con la amistad, pues parece que cuando alguien, regala una ramita a otra persona, le está pidiendo amistad eterna. La eternidad es un tema que siempre ocupa mi pensamiento, tal vez por esto de que tras lo efímero siempre hay algo perenne que nos sorprende. El caso es que me resultó factible compararlo con el alma humana : un gran tronco fuerte como los pilares que rigen la vida espiritual de la humanidad y sin embargo , solitario y lleno de llanto. “Cada uno esta solo sobre el corazón de la tierra, atravesado por un rayo de sol y de pronto anochece” dijo el poeta, y se cerró la noche y una tibia lágrima cayó del cielo, no sé si fue el sauce, algún alma en pena o la nostalgia de estas letras. Como sea, recordé que la eternidad está colmada de amores,  poesía, música, pintura y creencias, después de todo me sentí menos solo.

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