domingo, 2 de abril de 2017

Viaje


Iba caminando por la vereda del otoño, a sabiendas de que hay un paso perenne y otro que muere. Y pensé en esto de viajar hacia lo más profundo de uno mismo, y pasar por los lugares comunes y los sentimientos y las creencias y los sueños y las rutas sin atajos y el hambre de preguntas que jamás se mitiga aún en tiempos de ocasionales respuestas. Entonces uno camina de ida y vuelta por el callejón de los recuerdos, y se cruza con anchas avenidas de instantes llenos, de vida y más vida en los pensamientos. Y como cualquier viaje que llenamos de expectativas, se parece a la existencia: todos tenemos un boleto, un pasaje de ida y estaciones repletas. Y he allí el misterio de los días soleados, los sombríos, los de lluvia y hasta los gélidos. Luego, sueño como sueñan los vivos: caminando sin tiempo.

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